Aumentar la frecuencia de alimentación y el empuje de los alimentos realmente compensa. Estimula el consumo frecuente de alimento tanto de día como de noche, lo que mejora la ingesta de alimento. Esto tiene un efecto positivo en la salud, la fertilidad y la producción de los animales, y también sobre los resultados económicos de la explotación.
El nivel de pH en el rumen cae considerablemente si se ingiere una gran cantidad de alimentos de fermentación rápida una o dos veces al día. Esto puede provocar acidosis subclínica del rumen, que dañará la pared del rumen. El forraje puede pasar por el rumen demasiado rápido, ya que las bacterias que fermentan las fibras están inactivas si el pH es demasiado bajo, lo que causa una mala digestión del forraje.
El escenario ideal consiste en que las vacas consuman entre 10 y 14 porciones de alimento más pequeñas cada 24 horas. Con ello lograrán mantener el pH en niveles estables y adecuados y se garantizará un uso óptimo del forraje. El incremento tanto de la frecuencia de la alimentación como de la frecuencia de empuje del alimento animará a las vacas a visitar la cornadiza más a menudo. Ofrecer porciones más pequeñas reduce la posibilidad de que las vacas seleccionen el alimento, lo que a su vez tiene un efecto positivo sobre la estabilidad del pH del rumen. Además, fomenta un consumo más frecuente de alimento fresco y sabroso en la cornadiza.